CUENTOS JÓVENES
La infancia. Ese conflicto, es esa dicotomía inmensurable que nos envuelve y nos cautiva desde los primeros suspiros de vida. Siendo más específico, nos sumergimos en la profundidad de esa sutil batalla de encontrar el bello equilibrio entre el transitar rápido por los senderos del crecimiento, queriendo tener 25 años, anhelando la tan ansiada libertad que nos promete, y, por otro lado, experimentar ese instante idílico en el que absolutamente todo pasa desapercibido, enmarcado en un mundo de fantasía y maravillas sin fin. La infancia, ese mágico universo donde la falta de responsabilidades nos permite sumergirnos en las pequeñeces del día a día de una manera gratificante y llena de inocencia, explorando sin miedo el vasto océano de sensaciones que carga nuestro cuerpo, tan maravillosamente endeble y frágil. Es insondable no sentir el alma partida en mil pedazos al recordar cuando una etapa que parecía eterna se desvaneció abruptamente a manos del tiempo, quien con su crueldad castigó sin piedad la espalda de un inocente niño, marcando para siempre su camino hacia la adultez.
G.Pose
**Título: La Luz en el Porvenir**
En un barrio olvidado por el tiempo, donde las calles de tierra se mezclaban con los sueños marchitos, vivía Franco, un adolescente de 10 años. Su hogar era una pequeña casa de paredes de paja revocadas de barro, desgastadas, donde él y su hermano menor, Luis, compartían una cama estrecha y unas pocas cobijas que apenas les protegían del frío nocturno del Invierno. La pobreza era su compañera constante, y las comidas a menudo eran escasas y salteadas; a veces, un trozo de pan con mate dulce era todo lo que tenían.
A pesar de las circunstancias, Franco era un soñador. Cada noche, mientras su hermano se acurrucaba a su lado a veces y o sus pies muchas veces, él miraba el fuego encendido para minimizar el frio intenso, ese fueguito que al cabo de un tiempo se apagaba, el imaginando un futuro diferente. En su mente, se dibujaban paisajes lejanos, aventuras emocionantes y una vida donde la escasez no existía. Siempre había deseado que Luis tuviera la oportunidad de vivir esos sueños, así que hizo de su misión protegerlo y motivarlo.
Un día, mientras ayudaba a su abuela de unos 50 años, con el lavado de prendas que, trabajadores de una empresa de la localidad le traían para su limpieza, con ese dinero podría comprar algunos comestibles 200gramos de azúcar, 200gms. de Yerba, Galleta de campaña, un poco de fideos y algo de carne para preparar un guiso, Franco escuchó a un grupo de jóvenes hablando sobre un concurso de talentos. La idea le chispeó en la mente: si podía hacer que Luis participara y ganara, tal vez podrían salir adelante. Luis siempre había tenido un talento especial para la música, su risa se iluminaba cada vez que tocaba su vieja guitarra, y la música les brindaba un respiro de alegría en medio de las dificultades.
continua..